lunes, 9 de agosto de 2010

23- En al mundo mortal
Cerré la puerta, con cuidado, y me dirijí a la puerta final del pasillo. La abrí y ahí estaba mi tia Silvia. Tan dormida, como mis primas. Pensé que lo mejor sería dejarla dormir y me fuí a mi habitación. Me desvestí y me puse el pijama. Me tumbé e intenté olvidar todo lo ocurrido. Pero no pude borrar de mi mente la mirada congelada de Marco. Para mi era un alma amiga pero no sentía lo mismo que él. Solo pude darle algo que el tanto deseaba. Poco a poco mis ojos se cerraron y dormí placidamente. Pasaron muchos días, semanas, meses. Todo volvió a la normalidad. No volví a saber nada de los inmortales. Y menos, nada de William. Solo cuando fue el funeral de Marco nos vimos las caras. William lo había dispuesto todo. El cuerpo der Marco estaba dentro de un ataud de hielo, que lo mantenía domido y más vivo de lo que estaba. A los pies de su ataud habia una placa de granito y con letras plateadas.Donde ponía:

"Qui è un guerriero coraggioso che ha combattuto contro un male cattivo. E che vivrà per sempre. Adios Marco Benerotti"


Esa fue la última vez que nos vimos. Volví a mi vida habitual: llena de examenes, charlas, actividades,etc.

Volví a ver a Rebeca y al resto. Acompañaba a mis primas al colegio y luego me iba a la tienda del amigo de mi tia Silvia. Ella pensó que sería bueno que empezase a trabajar poco a poco. Y trabajo allí como ayudante. Pero la verdad es que no había mucha clientela que digamos.

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